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lunes, 24 de noviembre de 2008

AUSENCIAS


Habían terminado de cenar. Fermín recogía la mesa. Manuela estaba en la cocina.
- Este fin de semana me voy a acercar a Burgos, al cementerio. Qué menos que una vez al año - dijo Fermín.
- De acuerdo. Pero ten cuidado, estos días hay mucho tráfico -comentó Manuela- Se oía el ruido del agua que caía en fregadero.
- Te lo había dicho la semana pasada, ¿no?. Y que conste que me voy solo.

Es domingo. Femín regresó muy tarde, casi a media noche. Cuando entró en casa, abrió sin ruido la puerta, dejó la maleta en el salón y se dirigió al dormitorio. No encendió la luz para no despertar a Manuela. Con la luz de la calle, la habitación estaba en penumbra. Se acercó a su mesilla de noche. Observó que no había nadie en la cama. Salió al pasillo. La llamó en voz alta. Nadie respondió. Encendió todas las luces. La ventana de la terraza del salón estaba abierta y entraba un aire fresco que molestaba.
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© Valeriano Franco

1 comentario:

Javier dijo...

Hola Valeriano:

Acabo de leer tu cuento. Y hay una cosa que no acabo de entender. Reconozco que a mi me gustan los relatos cerrados. ¿No puede el lector quedarse en blanco cuando se lee un cuento sinfín? Dejar todo tan a la interpretación del lecto ¿no es una excusa del escritor para no mojarse?
Un abrazo y te sigo leyendo.
Javier