De tu calle, tu aroma y tu pisadas.
De tu puerta, el lugar donde bebimosel seductor perfume de los dioses.
Todos los cielos con los que soñamos.
Los frutos más jugosos de los que comimos
Hoy de aquel huerto sólo quedan
luna entre nubes,
ausencia, soledad y el olvido.
Quimera de las sombras
es hoy el sol de aquellas ilusiones
de las que antaño sedientos estuvimos.
La piedra clave y los sillares
del viento en que volamos, arena y polvo son
por donde voy sin rumbo fugitivo
en busca del misterio que responda
por qué salió la noche a mediodía
por qué dejamos apagar el vino.
Cansado de subir tantas caídas,
si nunca volveré a pisar tu calle,
ni habrá una torre para hacer el nido,
a qué este empeño por beber la savia
que se agotó una tarde, ya hace tiempo,
cuando al miramos no nos conocimos.