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jueves, 6 de mayo de 2010

ATRAPADOS
















(En recuerdo de Bartleby, el Escribiente, personaje del relato de Herman Melville, que con una sola frase repetida, hizo su resistencia pasiva.)


Catorce veces
dijo: Preferiría no hacerlo,
y un golpe de impotencia sonó mudo,
dueño de todas las respuestas.
Cuando el enigma sujetó el silencio
ya nadie supo abrir aquel vacío.
Indefensos el orden y el poder,
un derroche kafkiano entró de pronto:
¿Resistir frente al muro sin gritarle?
¿Cerrar a cada puerta la salida?,
¿Por qué desborda el pozo, sin agravio,
y cede la esperanza hasta el suicidio?

También detrás de su mampara,
se instala entre los muros
aquel que amordazado habita
entre destellos capitales de fortuna
y sube al escenario a interpretar el drama
que en la escena se enciende sin pretexto.
Y el insaciable actor, verdugo,
el que ignora clemencias
cuando abrevian su mórbido sosiego,
se refugia en la irónica mentira
del compasivo espíritu indecente
e indaga la presencia
del débil jugador invicto.
Cuando ya lo que importa es el abismo,
y el calvario agoniza,
el final no dispone más salida
que recoger al huérfano en su seno
como carta devuelta
que no encontró destinatario.
Cuando el punto de fuga es absoluto,
quedarse quieto en el vacío, es la esperanza
de poner en peligro las columnas
que mantienen en pié
la frágil fuerza poderosa del sistema
que codicia voraz cada latido
del hombre hasta exprimirlo.


Después de la partida,
vaciado el exterminio gota a gota,
el luchador enano entre gigantes,
se pregunta:
¿Por qué querer tocar las líneas paralelas
donde escribe su nombre el infinito?
¿Por qué subir hacia la nada
y escapar del dolor por el silencio?
Si estamos atrapados para siempre
sin vencer en la meta inaccesible,
¿Cómo intentar vivir, sin congelarse,
en el fuego apagado de la ausencia?

4 comentarios:

Valeriano Franco dijo...

Queridos amigos:
Los que lleguen a enfrentarse a este poema, les recomiendo que lean antes el impresionante relato de Herman Melville titulado Bartlevy, El Escribiente, sobre el que está construido el poema. En el relato, publicado en 1853, se cuenta cómo uno de los copistas de la oficina de un abogado, ubicada en Wall Street, el mayor centro financiero como todos sabéis, un día deja de escribir y ante la demanda de su jefe a que haga su trabajo, tan sólo responde la famosa frase: PREFERIRÍA NO HACERLO. Y eta frase genera una kafkiana situación de trama y desenlace sorprendentes. Es uno de los relatos más extraordinarios de la literatura que sigue generando polémicas y debates continuamente ya que al ser tan abierto, abarcar tantos temas, y ponernos enfrente tantos interrogantes, nos hace reflexionar sobre todos los avatares del ser humano: soledad, incomunicación, explotación, etc. Es un poliedro con muchísimas caras. En cuanto al poema, no descarto modificarlo o crear otro nuevo y diferente, pues las preguntas siguen sin repuesta.
Saludos,
Valeriano

Emilio Porta dijo...

!Qué extraordinario poema, Valeriano!. Esta vez un poema largo, formalmente impecable y con un fondo rico en reflexiones. Reflexiones que nos llevan a cuestionarnos nuestra conducta y el sentido de la propia actividad. El relato de Melville es esplendido y el personaje que crea ha dado nombre a esa persona que decide, voluntariamente, ocultarse y no afrontar la vacuidad de todo lo que nos rodea. En Literatura se dice que un "Bartleby" es el escritor que, voluntariamente, pese a su capacidad y a tener obra, renuncia a publicar, renuncia a pasar por todo lo que supone el "mundillo" literario.
De la obra de Melville, ajustada a nuestro tiempo, se han hecho derivaciones y epígonos, tanto en teatro como en narrativa.
Lo dicho, gran entrada.

Valeriano Franco dijo...

Gracias por tu estimulante comentario. Espero que no te refieras a mí cuando dices que en literatura se denomina "Bartleby" al que teniendo obra se niega a publicarla. Estoy en ello y verás que no va a ser cierto.
La verdad es que alguna vez me he sentido muy cerca de esa vacuidad de la que hablas.
Un abrazo
Valeriano

Emilio Porta dijo...

Quien resiste...gana. Parece ser que es una frase de Cela...pero la verdad es que el tiempo no importa mucho...lo que importa es tener en las manos nuestra identidad en algún momento de la vida. Esa identidad está, en gran parte, en lo que escribimos. Recogerlo en un libro, independientemente de su distribución y su éxito, y la conciencia de que el contenido merece la pena es lo que realmente importa. Tu libro...y los que vengan, te hará sentir una sensación única. Espero estar ahí para compartirla. Un abrazo.