Páginas

martes, 10 de noviembre de 2009

LA COÑA DEL JUBILADO (bien pagado)



(sin ánimo de aludir ni molestar)
Dejar que los demás trabajen duro
mientras tú puedes irte de jarana.
No volver a tomar más valeriana
y olvidarte de estrés en el futuro.

Dormir a pierna suelta y, sin apuro,
hacer aquello que te venga en gana.
Hasta ser un poquito tarambana,
si es cierto lo que afirman tan seguro.

Así las cosas, añorar la empresa
y coger depresiones de caballo,
es no tener ni pizca de talento.

Recibir cada treinta tu remesa,
y no estar hasta allí de dar el callo,
eso es vivir y lo demás es cuento.
________________________________
©Valeriano Franco

7 comentarios:

Danilac dijo...

Yo quiero ser jubilado
de ésos que disfrutan tanto,
que dejan todo de lado,
como los que dice Valeriano Franco.

Valeriano Franco dijo...

Permíteme que me explaye un poco amigo Danilac, porque esto puede dar para mucho:
Hace cinco años, yo me fui de la empresa porque estaba hasta el gorro de aquello. No era ni prejubilación ni jubilación, era una huida en toda regla. Quería otear otros horizontes. Como felicitación de Navidad envié este soneto, en plan de coña, a toda la plantilla (un poco diferente para que lo vieran como más próximo). Cuando hace unos días lo rescaté de mis archivos, me pareció interesante mantener el toque de humor con que fue escrito en su día, pero dejando cerrado -tal vez exagerado como a veces exige el humor- su discurso y, como contrapunto, abierto a temas con "chicha" para discutirlos en alguna tertulia: Trabajo, Jubilación, Paro, Bonus de ejecutivos, etc. etc. Cuando lo estaba revisando lo que más me tocaba la fibra, curiosamente, no era la parte humorística si no exactamente lo que hay detrás y que es justamente la contraria. Para vivir con una jubilación (júbilo) como la expuesta, un tío de 65 años, o de menos, si es prejubilado, (la del mejor pagado), dado el contexto actual, a mí, que pretendo analizar, por mi formación, el aspecto económico y, por mi sensibilidad literaria, la poética, me surgen preguntas como ésta: ¿Cuántos de los jubilados o prejubilados viven bien, aunque cobren el máximo? (no digamos el resto). ¿Cuánto de la situación de familiares se mantiene en pie porque detrás, dando el callo, (a veces dando más de lo que daban en la empresa) está esta gente solucionando problemas económicos, de servicios, y otros? En la situación actual ¿cuánto se debe agradecer a estos paganos que arriman el hombro para soportar compromisos no contraídos por ellos? Las preguntas son interminables y afectan a todos los campos de la sociedad y a todos los ciudadanos. Y esto es la vida, el acontecer más a ras de suelo.
Hace unos días se habló de libertad y de si política o no política en algún blog de nuestra red. Si la política es el arte de lo posible, cuánto hay que hacer posible para que las cosas cambien y mejoren. Y en eso, también con la poesía se puede influir. Así que de La coña del jubilado, que quede un soneto como herramienta de trabajo y discusión. Ése era el objetivo.
Un abrazo
Valeriano

Anónimo dijo...

Pues..qué bueno, mi querido Valeriano Quevedo...cuánta ironía pero cuánta verdad...Y es que el trabajo es una maldición...el trabajo no querido, el que sólo se realiza para cobrar a fin de mes...Que era una maldición ya lo sabían los griegos...y luego los romanos...que pudieron hacer del ocio un elemento creador...dejando el trabajo para los esclavos...Toda la historia del Arte y la Filosofía está plagada de injusticia social...Decía Virginia Woolf en un maravilloso ensayo que había que considerar que de los 8 más grandes poetás románticos ingleses ( Shelley, Lord Byron, etc.) siete pertenecían a las más rica aristocracia, tuvieron una educación exquisita desde pequeños, rodeados de libros, tutores y bibliotecas...o sea que, el trabajo obligado no fue con ellos...y muchos casos a lo largo de la historia...Aunque ha medida que ha avanzado la instrucción general y se han ido eliminando ( siguen pero...) las grandes desigualdades, el arte y la literatura has estado al alcance de más personas.

Y como anécdota que ya he contado alguna vez: el propio yerno de Marx, Paul Lafargue, escribió un librito clarificador: "El derecho a la Pereza". Si no lo conoces leélo. Se considera en él al "trabajo obligado" como la mayor alienación del ser humano.

Con lo bien que estábamos en el Paraiso, mecachis...por una manzanita de nada...hala, a ganarnos el pan con el sudor de la frente...

Port

Valeriano dijo...

Gracias querido Emilio. De acuerdo con todas tus apreciaciones. Tal vez en la sociedad actual, en algunos aspectos, la explotación de unos por otros sea hasta mayor que en épocas anteriores, o al menos bastante más refinada y llena de contradicciones. Podemos estar creyendo que hemos adelantado cuando no estoy tan seguro.
Por cierto, he sacado de mi biblioteca el libro de Paul Lafargue que me sonaba de mis tiempo de estudiante -el mayo del 68 me cogió a mediados de la carrera y en Económicas- y lo estoy volviendo a releer con pasión.
Un abrazo
Valeriano

Alejandro dijo...

Amigo Valeriano, bonito poema. Sabes que me identifico con el contenido de este soneto. Es conmocido que yo también me puse un día el mundo por montera y dejé de ir a trabajar. Hacía tiempo que el médico de la empresa andaba detrás de mí como un zorro rastrojero para que dejara de fumar, de beber y de comer cosas que engordan. Todo eso me sentaba de maravilla, mi mal era madrugar para enfrentarme a la multinacional explotadora. Nunca me recetaron pastillas para tal dolencia. Me lo receté yo solo. Firmé el contrato de prejubilata. Y Aquí estoy, libre. Bueno, todo eso es un decir. Antes tenía que luchar por los beneficios de otro, ahora lo hago para que no pierda valor el tiempo propio; porque qué manía tiene la gente de que, "ahora que no haces nada", me meta en este o en aquel grupo cultural, me haga acompañante de los mayores de la casa, eche una mano al pariente que no entiende de papeles, me encargue de los números de la comunidad... ¡Mecagüendiez!, que yo lo que quiero es escribir. No estoy para nadie, para nada.

Un abrazo Valeriano, buen amigo, buen poeta.

Alejandro

Anónimo dijo...

En el poema calcas a alguien que conozco muy de cerca. Aunque, sinceramente, no sé si es la situación idónea para una persona relativamente joven.

Un beso.

Mila

Miguel dijo...

Querido amigo Valeriano:
Has definido magistralmente la dicha de no trabajar.
Una vez más: ¡Qué tremenda crueldad lo deo!
“Ganarás el pan con el sudor de tu frente”
Miguel Ortega Isla