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martes, 19 de octubre de 2010

A DESTIEMPO























Fue soñador altivo de querencias
y hoy músculo en reposo estremecido.
Con planes sin vencer, lejos del lago
donde su barca naufragó sin rumbo,
marcha, a destiempo, en busca de un camino
donde aún el empedrado esté caliente. 

Quien codició fugaces ambiciones 
por atajos de auroras donde ardía
la savia que fue abrigo del deseo,
la que sólo es memoria de impotencia,
hoy reclama aquel grito para el monte
que entregó tanto afán a tantos valles.

Si envuelto en torbellinos habitados
debatió, hasta el derroche, la tormenta,
donde guardaba el vértigo la gloria,
para alcanzar la lumbre del enigma,
no va a quedarse quieto entre los juncos,
porque la urgencia suba por el margen.

Siente que queda aún fuego en la ceniza,  
también que no se agitan tempestades
del mar embravecido y sin refugio,
que las campanas tocan a silencio 
cuando la soledad hiere la lumbre,
y el horizonte empuja hacia la sombra.

Pero si al sol le queda el rayo verde,
si aún gritan los racimos que maduran
gota a gota en el páramo tardío, 
aunque la fuente brote de la arena,
¿por qué impedir al agua del desierto
que riegue las palmeras del oasis?